7 de julio de 2015

La imagen de hoy: "El taller", de Vermeer.


Cuaderno Bestiario. Schopenhauer: El dilema del erizo

En un día muy helado, un grupo de erizos que se encuentran cerca sienten simultáneamente gran necesidad de calor. Para satisfacer su necesidad, buscan la proximidad corporal de los otros, pero mientras más se acercan, más dolor causan las púas del cuerpo del erizo vecino. Sin embargo, debido a que el alejarse va acompañado de la sensación de frío, se ven obligados a ir cambiando la distancia hasta que encuentran la separación óptima (la más soportable).
La idea que esta parábola quiere transmitir es que cuanto más cercana sea la relación entre dos seres, más probable será que se puedan hacer daño el uno al otro, al tiempo que, cuanto más lejana sea su relación, tanto más probable es que mueran de frío.

Arthur Schopenhauer: Parerga y paralipomena.

6 de julio de 2015

La imagen de hoy: Autorretrato, de Bacon.


Carta de Marcuse a Heidegger acerca de su apoyo al nazismo (1947)




Querido señor Heidegger:
He reflexionado largamente sobre las palabras que usted me dijo en mi visita a Todtnauberg, y deseo escribirle abiertamente sobre ellas.
Usted me decía que desde 1934 se había distanciado completamente del régimen nazi; que usted en sus clases y conferencias realizaba contra él especiales observaciones críticas e, incluso, usted se lamentaba de ser “vigilado” por la Gestapo. No quiero dudar de sus palabras, pero los hechos están ahí: usted se identificó tanto con el régimen nazi que todavía hoy es considerado a los ojos de muchos como uno de los más firmes apoyos espirituales que tuvo el nazismo. Algunas de sus manifestaciones, escritos y acciones en ese tiempo son la prueba de Io que digo. Usted nunca se ha retractado de ello abiertamente, tampoco después de 1945. Usted nunca ha explicado abiertamente que ha llegado a otro pensamiento diferente de aquel que en 1933-34 ha declarado y realizado en sus acciones. Permaneció después de 1934 en Alemania, a pesar de que usted antes que otros habría encontrado un lugar de trabajo. Usted no ha denunciado públicamente jamás los hechos ni la ideología del régimen. Por todas estas circunstancias, todavía hoy se le continúa identificando con el régimen nazi.
Muchos de nosotros hemos esperado una palabra de usted, una palabra con la que pudiese liberarse clara y definitivamente de esa identificación con el régimen nazi; una palabra que expresara su actitud real y actual frente al pasado. No ha pronunciado esa palabra —y si lo ha hecho no ha salido de la esfera privada—. Yo y muchos otros que lo hemos apreciado como filósofo y hemos aprendido muchísimo de usted, no podemos, sin embargo, hacer una separación entre el filósofo Heidegger y el hombre Heidegger —ello contradice su propia filosofía—. Un filósofo se puede confundir en política y puede mostrar su error públicamente, pero él no se puede confundir sobre un régimen que ha asesinado a millones de judíos sólo porque ellos eran judíos, que ha hecho del terror un estado normal, y todo lo que estaba realmente vinculado con el concepto de espíritu, libertad y verdad lo ha vuelto en sus contrarios sangrientos. Un régimen que en cualquier caso fue la caricatura mortal de aquella tradición occidental que usted mismo tan penetrantemente ha mirado y defendido. Y si el régimen nazi no era la caricatura sino la encarnación real de ésa tradición —tampoco cabían engaños, pues—, tenía usted necesariamente que condenar toda esa tradición y abjurar de ella… ¿Debería usted realmente entrar así en la historia del espíritu? Cualquier intento para luchar contra esa confusión cósmica, fracasa en la resistencia general si se enfrenta seriamente con un ideólogo nazi. El sentido común (también el del espíritu) que manifiesta esa resistencia se niega a ver en usted un filósofo porque considera incompatible filosofía y nazismo. Con esa convicción estoy de acuerdo. En otras palabras: usted puede sólo luchar contra la identificación de su persona y de su obra con el nazismo (y con ello contra la extinción de su filosofía) si usted hace una confesión pública de su cambio y conversión (y sólo así podemos luchar nosotros contra esa identificación).